Transcribimos una entrevista dada por Monseñor Bernard Fellay, Superior
de la Fraternidad San Pío X, a la Agencia DICI(DICI N º 256, de DICI 08/06/12);
en ella aborda el tema de la pronta regularización canónica de la congregación
fundada por Monseñor Lefebvre, por la cual la Iglesia se reconciliará con la
Tradición a la que fue dejando atrás hace 50 años, se reconocerá que el
Concilio Vaticano II no es vinculante, se reivindicará la figura del Arzobispo
Lefebvre, misionero y defensor de la Tradición, y se le permitirá al
tradicionalismo católico realizar un gran bien en la Iglesia que le permitirá ir
superando poco a poco la profunda crisis en la que se ha visto sumida en las
últimas décadas. Invitamos a nuestros lectores a redoblar sus oraciones por
esta intención, por el bien de la Iglesia y por la salud e intenciones del
Romano Pontífice.
DICI: ¿Está usted preocupado por el
retraso en la respuesta de Roma, que podría permitir a aquellos que están en
contra de un reconocimiento canónico, alejar a los sacerdotes y fieles de la
Fraternidad San Pío X?
Monseñor: Todo está en las manos de Dios. Confío en Dios y en su Divina Providencia,
que sabe cómo manejar todo, incluso los retrasos, por el bien de los que le
aman.
DICI: ¿La decisión del Papa fue
postergada como algunas revistas lo han dicho? ¿La Santa Sede le hizo saber
algo sobre un retraso a esperar?
Monseñor: No, yo no tenía conocimiento de ningún calendario. Incluso hay algunos que
dicen que el Papa abordará esta cuestión en Castelgandolfo, en julio.
DICI: La mayoría de los que se oponen a
la aceptación por parte de la Fraternidad de un eventual reconocimiento
canónico, hacen resaltar que los debates doctrinales solo habrían podido
conducir a esta aceptación [canónica] si hubieran desembocado en una solución
doctrinal, es decir, en una “conversión” de Roma. ¿Su posición sobre este punto
ha cambiado?
Monseñor: Debemos reconocer que estas reuniones fueron una oportunidad para exponer
los diversos problemas que enfrentamos a propósito del Concilio Vaticano II. Lo
que ha cambiado es que Roma ya no hace de una plena aceptación del Concilio
Vaticano II una condición para la solución canónica. Hoy en día, en Roma,
algunos consideran que una comprensión diferente del Concilio no es
determinante para el futuro de la Iglesia, porque la Iglesia no es solo el
Concilio. De hecho, la Iglesia no se limita solo al Concilio, ella es mucho más
grande. Por lo tanto, hay que dedicarse a resolver problemas mayores. Esta toma
de conciencia puede ayudarnos a entender lo que realmente está sucediendo:
estamos llamados a ayudar a llevar a los demás el tesoro de la Tradición que
hemos podido conservar.
Así pues, es la actitud de la Iglesia oficial la que ha cambiado, nosotros
no. No somos nosotros los que hemos pedido un acuerdo, es el Papa el que quiere
reconocernos. Podemos pues preguntarnos el porqué de este cambio. ¡Todavía no
estamos de acuerdo doctrinalmente, y sin embargo el Papa quiere reconocernos!
¿Por qué? La respuesta es ésta: hay problemas tremendamente importantes en la Iglesia
de hoy. Debemos hacer frente a estos problemas. Debemos dejar de lado los
problemas secundarios y hacer frente a problemas mayores. Esta es la respuesta
de tal o cual prelado romano, pero no lo dirán jamás abiertamente; hay que leer
entre líneas para entender.
DICI: Usted reconoce que dificultades
serias persisten con el ecumenismo, la libertad religiosa… Si se diera un
reconocimiento canónico ¿cuál sería su actitud frente a estos problemas? ¿No se
sentiría obligado a mantener una cierta reserva?
Monseñor: Permítame responder a su pregunta con tres preguntas: ¿Las novedades que
se introdujeron durante el Concilio fueron el comienzo de un mayor desarrollo
de la Iglesia, de vocaciones y de la práctica religiosa? ¿No constatamos más
bien por el contrario una forma de “apostasía silenciosa” en todos los países
cristianos? ¿Podemos callarnos frente a estos problemas?
DICI: 2012 no es 1988, año de su
consagración episcopal. En 2009 se retiraron las excomuniones, en 2007 se
reconoció oficialmente que la Misa Tridentina “nunca había sido abrogada,” pero
ahora algunos miembros de la Fraternidad deploran que la Iglesia aún no se haya
convertido. ¿El rechazo a priori de ellos de un reconocimiento canónico se debe
a 40 años de una situación excepcional que resulta de una mala interpretación
de la sumisión a la autoridad?
Monseñor: Lo que está pasando en estos días muestra claramente algunos de nuestros
puntos débiles frente a los peligros que se han creado por la situación en la
que estamos. Uno de los principales peligros es inventar una noción de la
Iglesia que parece ideal, pero que no se sitúa de hecho en la verdadera
historia de la Iglesia. Algunos argumentan que para trabajar “con seguridad” en
la Iglesia, en primer lugar, ésta debe limpiarse de todo error. Esto es lo que
se dice cuando se afirma que Roma debe convertirse antes de cualquier acuerdo,
o que los errores deben ser primero removidos para que podamos trabajar. Pero
esta no es la realidad. Basta con mirar el pasado de la Iglesia; a menudo y
casi siempre, vemos que hay errores difundidos en la Iglesia. Ahora bien, los santos
reformadores no la abandonaron para luchar contra estos errores. Nuestro Señor
nos enseñó que habrá siempre cizaña hasta el final de los tiempos. No sólo la
hierba buena, no sólo el trigo.
DICI: ¿Cree usted que hay miembros de la
Fraternidad que, conscientemente o no, abrazan teorías sedevacantistas? ¿Tiene
miedo de su influencia?
Monseñor: Ciertamente algunos pueden estar influidos por esas ideas, esto no es
nuevo. Yo no creo que sean tan numerosos, pero pueden hacer daño, sobre todo
mediante la difusión de rumores falsos. Pero realmente creo que la principal
preocupación entre nosotros es más bien la cuestión de confianza en las
autoridades romanas, temiendo que lo que pueda acontecer sea una trampa.
Personalmente, estoy convencido de que no es el caso.
DICI: Varias veces Ud. ha repetido que
el Papa quiere personalmente el reconocimiento canónico de la Fraternidad.
¿Tiene la confirmación personal y reciente del mismo Papa de que es realmente
su voluntad?
Monseñor: Sí, es el Papa quien lo quiere, y yo lo he dicho varias veces. Tengo
detalles suficientes en mi poder para
afirmar que lo que digo es cierto, aunque no he tenido trato directo con el
Papa, sino con sus más cercanos colaboradores.
DICI: La carta del 14 de abril, firmada
por los otros tres obispos de la Fraternidad, por desgracia ha sido publicada
en Internet, ¿el análisis que ella presenta corresponde a la situación de la
Iglesia?
Monseñor: Sobre sus posiciones, no excluyo la posibilidad de una evolución. La
primera pregunta para nosotros, que hemos sido consagrados por Mons. Lefebvre,
fue la de la supervivencia de la Tradición. Creo que si mis colegas ven y
comprenden que en derecho y en los hechos hay en la propuesta romana una
verdadera oportunidad para la Fraternidad de “restaurar todas las cosas en
Cristo,” a pesar de todos los problemas que permanecen en la Iglesia hoy,
entonces podrán reajustar su juicio – es decir, con el estatuto canónico en
mano y los hechos ante sus ojos. Sí, yo creo, lo espero. Y debemos orar por esta
intención.
DICI: Algunos en todo el mundo,
incluyendo miembros de la Fraternidad, han utilizado pasajes de una entrevista
que Ud. dio a Catholic News Service; estos pasajes sugieren que a sus ojos
Dignitatis humanae ya no presenta dificultades. ¿Es la manera como esta
entrevista se hizo lo que alteró el significado de lo que Ud. quiso expresar?
¿Cuál es su posición sobre esta cuestión en comparación con lo que Mons.
Lefebvre enseñaba?
Monseñor: Mi posición es la de la Fraternidad y la de Mons. Lefebvre. Como de
costumbre, en un asunto muy delicado; hay que hacer distinciones, y algunas de
estas distinciones desaparecieron en la entrevista de televisión que se redujo
a menos de 6 minutos. Pero el relato escrito que CNS hizo de mis comentarios,
restablece lo que dije y que no se ha conservado en la versión difundida: “A
pesar de que Mons. Fellay se niega a asumir la interpretación (de la libertad
religiosa) por Benedicto XVI como si estuviera en continuidad con la Tradición
de la Iglesia, – una posición que muchos en la Iglesia han discutido muy
fuertemente -, Mons. Fellay habló de la idea en términos sorprendentemente
simpáticos.” En realidad, yo solamente recordé que ya existe una solución
tradicional al problema de la libertad religiosa y que se llama la tolerancia.
Sobre el Concilio, cuando se me hizo la pregunta: “¿Pertenece el Vaticano II a
la Tradición?” Le dije: “Quisiera esperar que así fuera” (lo que una traducción
al francés defectuosa se ha convertido en: “Espero que sí”). Esto está en la
línea de las distinciones hechas por Mons. Lefebvre de leer el Concilio a la
luz de la Tradición: lo que está de acuerdo con la Tradición, lo aceptamos; lo
que es dudoso, lo entendemos como la Tradición siempre lo ha enseñado; lo que
es lo contrario, lo rechazamos.
DICI: Una prelatura personal es la
estructura canónica que Usted ha indicado en declaraciones recientes. Ahora
bien, en el Código, el canon N º 297 requiere no sólo informar sino también
obtener el permiso de los obispos diocesanos para fundar una obra en su
territorio. Si bien es claro que cualquier reconocimiento canónico preservará
nuestro apostolado en su estado actual, ¿está Ud. dispuesto a aceptar que las
obras futuras no sean posibles sino con el permiso del obispo en las diócesis
donde la Fraternidad San Pío X no está actualmente presente?
Monseñor: Hay mucha confusión sobre este tema, y ??es causada principalmente por una
mala interpretación de la naturaleza de la prelatura personal, así como por un
desconocimiento de la relación normal entre el Ordinario del lugar y la
Prelatura. A esto se añade el hecho de que la única referencia disponible en la
actualidad sobre una prelatura personal es el Opus Dei. Sin embargo, seamos
claros, si una prelatura personal nos fuese dada, nuestra situación no sería la
misma. Para entender mejor lo que sucedería, creo que nuestra situación sería
mucho más similar a la de un Ordinariato Militar, porque tendríamos una
jurisdicción ordinaria sobre los fieles. Seríamos como una especie de diócesis
cuya jurisdicción se extiende a todos sus fieles, independientemente de su
situación territorial.
De ninguna manera nuestras relaciones serían las de una congregación
religiosa con un obispo, sino más bien las de un obispo con otro obispo, así
como ocurre con los Ucranianos o los Armenios de la diáspora. Y si entonces un
problema no se ha podido resolver, éste iría a Roma, y ??habría entonces una
intervención romana para resolver el problema.
DICI: Si hay reconocimiento canónico,
¿qué va a pasar con las capillas amigas de la Fraternidad e independientes de
la diócesis? ¿Los obispos de la Fraternidad continuarán a administrar la
confirmación, a proporcionar los Santos Oleos?
Monseñor: Si trabajan con nosotros, no habrá problema: será igual que ahora. Si no,
todo dependerá de lo que estas capillas entienden por independencia.
DICI: ¿Va a haber una diferencia en sus
relaciones con las comunidades Ecclesia Dei?
Monseñor: La primera diferencia es que ellos se verán obligados a dejar de tratarnos
de cismáticos. Sobre un desarrollo futuro, es claro que algunos se acercarán a
nosotros, puesto que ya nos aprueban discretamente; otros no. El tiempo nos
dirá cómo se desarrollará la Tradición en esta nueva situación. Tenemos grandes
expectativas para el apostolado tradicional, así como algunas personas
importantes en Roma y el mismo Papa. Tenemos grandes esperanzas de que la
Tradición se desarrolle con nuestra llegada.
DICI: Siempre si hay reconocimiento
canónico ¿le dará la oportunidad a los cardenales de la Curia, o a los obispos,
de visitar nuestras capillas, celebrar la Misa, administrar las confirmaciones,
tal vez incluso de conferir las ordenaciones en los seminarios?
Monseñor: Los obispos favorables a la Tradición, los cardenales conservadores van a
acercarse. Hay todo un desarrollo a prever, sin conocer los detalles
específicos. Y sin duda también habrá dificultades, que es bastante normal. No
hay duda de que van a venir a visitarnos, pero para trabajar de forma más
precisa, como la celebración de la Misa o la ordenación, esto dependerá de las
circunstancias. Así como queremos que la Tradición crezca, esperamos que la
Tradición se desarrolle entre los obispos y cardenales. Un día todo será
armoniosamente tradicional, pero ¿cuánto tiempo se necesitará? Sólo Dios lo
sabe.
DICI: En espera de la decisión de Roma,
¿cuáles son sus disposiciones internas? ¿Cuáles le gustaría que fueran para los
sacerdotes y fieles apegados a la Tradición?
Monseñor: Cuando en 1988, Mons. Lefebvre anunció que iba a consagrar a cuatro
obispos, algunos lo animaron a hacerlo y otros trataron de disuadirlo. Sin
embargo, nuestro fundador mantuvo la paz, porque él no tenía en vista sino la
voluntad de Dios y el bien de la Iglesia. Hoy en día, debemos tener las mismas
disposiciones interiores. Como su santo Patrono, la Fraternidad San Pío X tiene
la voluntad de “restaurar todas las cosas en Cristo,” algunos dicen que no es
el tiempo, otros por el contrario, que es el momento adecuado. Por mi parte yo
solo sé una cosa: siempre es el momento para hacer la voluntad de Dios y
sabemos que El nos la hace conocer en el momento oportuno, siempre y cuando nos
mostremos receptivos a sus inspiraciones. Por esto, he pedido a los sacerdotes
renovar la consagración de la Fraternidad San Pío X al Sagrado Corazón de
Jesús, en su fiesta, el 15 de junio próximo, y prepararse a ello con una
novena, durante la cual se recitarán las Letanías del Sagrado Corazón en todas
nuestras casas. Todos pueden unirse pidiendo la gracia de convertirse en
instrumentos dóciles de la restauración de todas las cosas en Cristo.