lunes, 10 de mayo de 2010

Monólogo interreligioso


Sobre el Concilio Vaticano II, el mundo conservador suele señalar como lamentables los abusos litúrgicos y disciplinares cometidos en nombre del "espíritu" del Concilio, pero así mismo nombran ciertos frutos positivos del Concilio. Estos "frutos positivos" se suelen limitar a dos: presentar una Iglesia cercana a la gente (fruto desmentido con la simple experiencia de ver las iglesias vacías y las caídas del número de creyentes en los censos) y el diálogo interreligioso.

El diálogo interreligioso se suele ver como positivo por el mundo progresista y conservador, y como negativo por el mundo tradicionalista. Pero creo que merece algún comentario más.

Voy a partir este comentario (muy opinable) de un supuesto: "Todo diálogo es bueno." De ahí a priori hay que decir que el diálogo interreligioso (diálogo entre diversas religiones) debiera ser bueno (y, de hecho, me parece que lo es).
Pero existen otros supuestos que hay que considerar, que surgen a partir de la identidad misma de lo que es un diálogo. Diálogo es una palabra de origen griego que se compone a su vez de otras dos: "día," preposición que significa "por, a través de, mediante," y "logos" que significa "palabra, verbo, ciencia, razón." Por tanto el diálogo es el intercambio de "logos" entre dos, mediante el mismo "logos;" un intercambio de lo que hay dentro de las personas, de las identidades, de las razones, de las palabras interiores, de verdades, mediante el uso de palabras externas. Entonces para que haya diálogo se requieren dos entes diversos que mediante "logos" (palabras) se transmitan y comuniquen logos (verdad, razón).

De ahí que me parece que el Vaticano II y en especial los documentos Nostra Aetate y Dignitatis Humanae y la práctica posterior, lejos de iniciar una era de diálogo interreligioso, han abolido toda posibilidad de este mismo diálogo.
Cuando se sentaron las bases del nuevo diálogo interreligioso (como acercamiento entre católicos y otras religiones) y el ecumenismo (acercamiento entre diversos credos cristianos), se puso como punto de inicio lo que se tiene en común, partiendo de la gran verdad común inicial que todos adoramos a un mismo Dios.
Partamos diciendo algo: Esta gran afirmación inicial es falsa.

La base de una religión es su adoración a un dios, ya sea la verdadera religión que adora al verdadero Dios revelado por Jesucristo (la Santísima Trinidad, el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo, Único Dios verdadero) y las otras religiones que adoran a otros dioses que son falsos e inexistentes, pero que sus creyentes confiesan como verdaderos. Los cristianos adoramos al Dios revelado por Jesucristo, Uno y Único en ser y esencia, pero trino en Personas (Padre, Hijo, Espíritu Santo), por lo que si alguien niega la Trinidad de Personas Divinas niega la identidad misma del Dios verdadero, por tanto no adora el mismo Dios que nosotros. Por ende, de quién no confiese a Jesucristo como Dios verdadero no podemos decir que adora el mismo Dios que nosotros. Por su parte, los musulmanes, con toda seguridad y justicia, se ofenderán si les digo que yo (que soy de otra religión) adoro el mismo Dios que ellos, pero niego la divinidad de Alá, el dios islámico. Por esto, en sentido estricto, no adoramos el mismo Dios (Nota: no es lo mismo esto que la identificación que se hace cuando Santo Tomás identifica al Dios cristiano con el Motor Inmóvil de Aristóteles en las pruebas de la existencia de Dios, pues ahí existen cualidades esenciales comunes, la base que descubre a recta razón, que no aparecen en el diálogo interreligioso postconciliar, pues, como se muestra en el Encuentro de Asís, oraban juntos Juan Pablo II y el Dalai Lama, cuya religión ni siquiera venera un dios personal, imposible identificarlo con el Dios Uno y Trino del cristianismo).
Pero independiente de la falsedad de esa premisa inicial, supongamos su veracidad. Si adorásemos a un mismo Dios, ya no hay "diálogo interreligioso" por dos motivos:

- No es interreligioso. Pues lo esencial de la religión es la adoración a un dios, así que si se adora a un mismo dios se es de una misma religión (no pertenecen a dos religiones distintas quienes tienen dos visiones diversas de un mismo dios, así no llamamos "diálogo interreligioso" al acercamiento a las otras confesiones cristianas, si no que se le llama ecumenismo); por tanto si es cierto que todos adoramos a un mismo dios, es imposible el diálogo interreligioso, porque seríamos todos de la misma religión, por tanto lo que hoy existiría sería un ecumenismo sincretista extraño.

- No es diálogo. Por que al ser todos adoradores de un mismo Dios, y por eso de la misma religión, no hay dos interlocutores, lo que lo transforma en monólogo y no en verdadero diálogo.

Por esto, la práctica actual no es diálogo interreligioso, si no monólogo sincretista.

Pero hay otro elemento que impide la utilización del término "diálogo" para la práctica actual. Lo esencial del diálogo es el "Logos." Si no hay verdad y razón, es decir, transmisión del logos, no hay verdadero diálogo. Cuando se parte de una premisa falsa (identificación del dios de todos) y cuando se trata de ocultar las diferencias esenciales entre las religiones, disimulándolas en el sincretismo, cuando se oscurecen y relativizan las verdades dogmáticas, en medio de una teología ambigua, lo que se hace es ocultar y negar nuestro logos, lo que no nos deja dialogar con el otro. Las demás religiones nos merecen respeto, por lo mismo debemos acercarnos a ellos con la verdad, con toda nuestra riqueza e identidad, y aceptarlos a ellos con la propia, para que se establezca verdadero diálogo (entre dos distintos, día, y con palabras con razón, logos), para que quien está en el error llegué a la verdad y quien está en la verdad la comparta con generosidad, y cuando eso no sea posible, se enriquezcan ambos con su experiencia y realidad completa, sin ocultar ni disimular temas que puedan ser incómodos o conflictivos. Ese es el verdadero diálogo, base para todo verdadero diálogo interreligioso o ecumenismo, esas son las bases de la doctrina de los concilios de Florencia, Lyon o Trento, esa es la experiencia de San Francisco predicándole a los musulmanes o de San Francisco Javier llevando el Evangelio por el mundo en las misiones que realizó.


Por eso las doctrinas postconciliares y prácticas como el Encuentro de Asís no han favorecido el diálogo interreligioso, si no que lo han sepultado. Evaluarlo es muy sencillo ¿Cuántas conversiones se han registrado así?


Por eso hoy en día no podemos hablar de verdadero diálogo, si no de un monólogo infecundo, que no permite compartir nuestro más valioso tesoro para el mundo y nuestra más alta obligación, entregar a los demás la verdad de Jesucristo, Logos eterno de Dios (Cfr Jn 1,1).



2 comentarios:

  1. "hoy en día no podemos hablar de verdadero diálogo, si no de un monólogo infecundo."

    Muy cierto. Eso resume mucho.

    ¿qué se ha ganado en 50 años de ecumenismo? ¿cuantas conversiones? ¿crece la Iglesia?
    las iglesias se vacían por la confusión reinante, si todas las religiones dan lo mismo, también dará lo mismo quedarse en casa.
    Vamos mal.

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  2. Raimon Panikkar: Destacado representante del sincretismo cristiano e incansable autor de libros y promotor del diálogo interreligioso e intercultural. Perseguía el diálogo abierto, el deslinde de posiciones y el entendimiento entre hombres, culturas y religiones. Solía decir, para explicar su sincretismo y pluralidad: «Me marché cristiano, me descubrí hindú y regreso budista, sin haber dejado de ser cristiano» Descanse en paz. www.scribd.com/doc/17694382/EL-HUMANISMO-SECULAR-CRISTIANO-Y-EL-DESLINDE-OBJETIVO-DEL–CAMINO–ECUMÉNICO

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